Cuando la nada misma te patea la puerta pidiendo un peso pal' bondi, no te queda otra que resignarte, dejarla entrar, cebarle unos mates y sentarte a ver el partido del Rojo. En ese momento te encontrás con más "nada misma" y quedás completamente complicado. Procedés entonces a clavarte 90 minutos de Tatengues en Avellaneda, simulando jugar un partido de fulbo.
Completo el trámite, agradeciendo el buen gesto de que Milito esté lesionado, le metés una roja al dolor de ojos, que a esa altura te va a tener comprometido, y volvés a vivir tu vida.
Por lo menos así lo vemos nosotros.
SB