Era simple cuestión de tomar el toro por las astas, o por los dientes al caballo. Mantenerse en una postura rígida, impermeable y de armas tomar; poner el pecho y tirar un "acá estamos muchachos, a dar batalla"... Dos, tres, cuatro, siete gambetas, meterle un caño a Schiavi y picársela a un sorprendido Orión, que terminaría buscando la esférica, aún vibrando, en lo más profundo de la red. Era tan simple como ver a nuestro 5 tirándose para cortar un pase más de Riquelme, arrancar una contra y ver cómo el Pipa, con un pase de 20 metros acomodaba la pelota para que Tito sólo tenga que reventarla de un frentazo al arco boquense, dejando el trámite 2-0 a favor de la visita... En realidad, era cuestión de despertar. Despertar de ese sueño para que se vuelva una pesadilla, encarnada en los botines de ese equipo que puede hacerse cargo de toda tu esperanza y de toda tu inexistente defensa en 13 minutos.
Se hacen agua las fechas, los resultados, los puntos y la confianza. Se disuelve el estado del equipo y, a simple vista, lo único que queda es un técnico que busca recuperar el alma de su plantel de forma desesperada. Mientras culmina el partido y cada jugador se hunde en la agonía que el tablero traduce en un 3-0, busca las palabras para que cada uno, aunque sea por dentro, pueda salir a flote... Pero ya las palabras no alcanzan. El miedo se ve en el pie de cada jugador y en la desconcentración constante de la primer línea del equipo. Tan crudo es el presente que hasta Ibáñez se olvidó de cómo cuidar los tres palos.
Quedan tres paradas más hasta despedirnos de este increíble semestre... Que termine rápido o que vuelvan los sueños.
Imagen de David Ho, "Fear of Truth".
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO TOMBA
