Una vez más (y parece que no será la última), Instituto jugaba un lunes, jugaba contra Chacarita, contra la prensa que espera que se caiga para alabar más a las gallinas, y contra la presión de todos los resultados puestos que lo obligaban a ganar para seguir arriba; y una vez más, como todos los lunes que les ha tocado jugar, ganó. 

Una semana complicada con historias de lesiones (Dybala y Chiarini por caso) y un plantel herido en Paraná hacían pensar que éste era un partido para demostrar carácter, y para demostrar sobre todo cuál es el objetivo y qué tan preparados está el equipo para cumplirlo. 

Sobre el partido en sí, se puede decir que el juego de Instituto no fue una obra de arte, pero jugó bien y ganó merecidamente 3 a 1 a Chacarita. Ahora, no jugamos contra nadie, es cierto, era el último y con diferencia, y había antes de arrancar el partido casi 30 puntos de distancia entre el local y la visita, pero así y todo no era un partido fácil. Sin embargo, aunque varios no quieran y no les guste; aunque el diario de un gordito prefiera más las noticias de un vendedor de humos o las declaraciones de un chorizo caliente en banda; el puntero está intacto, demostró que cuando lo dispone, le sobra fútbol, que “presión” es apenas una palabra más en el diccionario y demostró que tiene un goleador de puta madre (cuánto le subió la cotización después del tiro libre). 

Lo único “malo” es siempre la eternidad que demora Darío Franco en decidir un cambio, es casi sintomático y más de una vez podría haber ahorrado algún sufrimiento de hacer los cambios antes, pero bue… nada es perfecto. 

Ahora tocará esperar hasta el próximo lunes, pasaremos de un muerto a un desamparado, y esperaremos por el mismo desenlace. 

Por lo menos así lo siento yo.

ADELANTADO GLORIOSO