Toda
vez que un director técnico realiza más de una modificación en el entretiempo
(que no incluya lesiones) es por algún tipo de confusión o un discutible
planteo inicial. Ni hablar si esos cambios significan también una transformación
en la táctica, en la forma que los jugadores se paran en el campo de juego.
Bueno,
Ramón Díaz, frente a Tigre, se equivocó por duplicado. Modificó nombres y
esquema.
Pero,
gracias a la suerte, a las fallas del visitante en la definición (el primer
tiempo podría haber culminado 2 o 3 goles abajo) y al ínfimo mérito del riojano
en avivarse, bastante tarde, el Rojo pudo terminar el año con un triunfo.
Pero,
como suelo proponer, miremos más allá del resultado. ¿Cómo puede ser que luego
de meses de trabajo, el entrenador mantenga confusiones de táctica (4-4-2 ó
3-5-2) y de nombres (Maxi Velázquez de 3, Pellerano de 5, Patito de no
concentrado a determinante)? ¿No debería tener mayores certezas a esta altura
del año como para no cambiar tanto en un entretiempo, obviamente urgido por el
resultado?
Queda
una pretemporada dentro de poco y la posibilidad de traer dos refuerzos. Veremos
qué ofrece Ramón luego de un verano de trabajo.
Hasta
aquí pura confusión, improvisación y mediocridad. Los números de Díaz son: 5
ganados, 5 empatados y 3 perdidos. El tiempo dirá…
Por lo
menos así lo siento yo.
ADELANTADO
ROJO