Seamos honestos, nadie pensó que Gimnasia iba a jugar de la manera que jugó. Al equipo casi ni lo conocíamos. Atrás había tres caras distintas, en el medio había cuatro piernas nuevas además de las de Rinaudo que no habían hecho fútbol en casi toda la pretemporada y adelante dos jugadores con forma de pregunta: Navarro que jugó un partido como titular desde que llegó y Neira que es el pibe más habilidoso del plantel pero que debe tomar conciencia que la palabra “promesa” desapareció de su diccionario.
El plantel sigue siendo corto. Tan corto que cuando se lesionó Landa, tuvo que entrar otro juvenil que de chico jugaba de mediapunta, después de ocho y con el paso del tiempo terminó de cuatro… ayer, por las dudas, ingresó de tres con pierna cambiada. Entró Córdoba que seguro no es Ronaldo pero con sólo verlo correr parece un poco más que el “matador” Traca.
Somos los que somos y estas sinceras aclaraciones nos dejan en la puerta de la siguiente afirmación: Gimnasia se plantó con orden y mereció más. Es verdad, no tiene un gran equipo pero está muy lejos de ser el peor. No parece que vaya a pelear entre los de arriba pero si sigue así tiene mucho para dar.
A ver, no sé si me explico. Hay que equipos que con muchísimo más le pegan para arriba como si los pájaros bajaran con billetes de cien dólares.  El Lobo no se achicó y puso la pelota al piso, intentó ir para adelante y también se encontró con sus propias limitaciones.
Yo pensé que nos iba a pasar lo peor. Con honestidad lo digo, disculpen si ofendo a alguien, triste no me fui.

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