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05 agosto 2010

CAMINO A LA GLORIA


05 agosto 2010

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CAPITULO 4

A pesar del triunfo en la primera fecha del torneo, en el vestuario de Cambaceres son todas caras de preocupación por la lesión de nuestro amigo, Dante Alonso.
Por la disposición del vestuario visitante que provee Villa Dálmine, la camilla estaba ubicada exactamente en el medio del camarín, donde todos sus compañeros de equipo se vestían, así que claramente el centro de atención era el Zurdo.
Luego de varios minutos de revisión, el médico de Camba dio su veredicto: “muchachos, tranquilos, este pibe tiene un esguince fuerte, pero no se rompió nada”. Tanto Alonso, como su entrenador y sus compañeros respiraron hondo y la tranquilidad reinó en ese lugar.
Lunes posterior al encuentro con Dálmine, mientras el equipo entrenaba normalmente, Dante comenzaba una semana extraña en el gimnasio, con el kinesiólogo más precisamente.
Esos días fueron realmente muy duros para el Zurdo. Recién estaba dando sus primeros pasos en Camba y este mal momento lo tomaba con verdadera desilusión.
Pero, para su sorpresa, además de Tambussi (con quien había iniciado cierta relación amistosa) varios líderes históricos del plantel se le comenzaron a acercar, y en base a chistes, bromas y valedera compañía, la actitud de nuestro amigo empezaría a cambiar, positivamente claro.
El viernes, último entrenamiento de la semana, Guille Tambusi se le acercó a Alonso mientras que éste pasaba una jornada más en ese bendito gimnasio y le dijo: “Zurdo, metele que en un par de semanitas estás con nosotros de nuevo” a lo que agregó con cara misteriosa, “¡si te seguís esforzando te preparo una sorpresa loco!”. Dante, motivado, se quedó pensando…
Nos encontramos ahora en el domingo, segunda fecha, en Ensenada frente a Talleres de Remedio de Escalada.
Partido aburridísimo. 0 a 0 trabado. Había estado más cerca de la apertura del marcador el visitante, pero ninguno hacía méritos para llevarse los tres puntos.
El partido se diluía, el empate era un hecho. El árbitro ya había adicionado 3 minutos y restaban segundos para que se cumplan.
Córner a favor de Cambaceres. Creo que nunca vi saltar tan alto un defensor central como a Tambussi esa tarde. Frentazo con los ojos bien abiertos. Golazo.
Apenas la pelota tocó la red, Guille salió corriendo desesperadamente hacia la platea y señalando a nuestro amigo, gritaba emocionado “¡para vos Zurdo, para vos!”
Dante agradecía con los ojos llorosos…
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