Fue una gesta innegablemente histórica. Controversial, es
cierto. ¿Sorpresiva? Es cierto, nadie esperaba en
estas tierras la llegada y el protagonismo de Colón, y luego su genocidio despreciable:
no dejó títere sin cabeza, como se suele decir. Fue una gesta sin piedad: no midió la pobreza de sus rivales, ni sus fortalezas; sin distinción,
limpió a unos y a otros, en una conquista manchada con sangre. Pero pese a
todo, siempre estuvo equivocado: pensó que estaba en India, y estaba en el –para
los europeos- desconocido América.
Lo mismo con el fulbo. Colón, pero de Santa Fe,
arrancó el torneo sorprendiendo a todos y limpiando rivales sin contemplación.
Descubrió un mundo nuevo cuando se subió a la punta, realizó una epopeya casi
histórica, pero, al igual que Cristóbal, creyó que estaba en un lugar (la pelea
por el campeonato) y pertenecía a otro
(la lucha por el descenso).
Por lo menos así lo vemos nosotros.