El de ojos claros iba y venía por la pista, pero las mujeres no lo registraban. El fanático del gimnasio se trababa contra la barra y contenía la respiración para que su pecho pareciera aún más esculpido, sin embargo ninguna hembra se le acercaba. El winner se había quedado sin voz de tanta chamuyar; es claro, le faltaba práctica. El modelito tenía la mirada en el piso.
Ya era de día cuando salieron del boliche. El único que volvió sonriendo fue el más feo. El único que la clavó fue el Sapo Encina.
Por lo menos así lo vemos nosotros.
