-Bueno hijo, ya es tarde. Una historia más y a dormir.
-Sí papi, quiero una anécdota de cuando vos eras joven.
-Uh, pero eso fue hace mucho tiempo ya…
-No importa, papi. Contáme, contáme. ¡Dale! Una de cuando ibas a la cancha y cuando todavía estaban esos que te gustaban.
-¡Ay Martín! Me hacés sentir viejo. Bueno, ahí va:
Hace muchos años, antes de que vos nacieras, existía un club de fútbol que yo amaba. Con tu tío íbamos todos los domingos a la cancha, teníamos una barrita de amigos con la que seguíamos al equipo a todas partes. Hasta que un día, los lugares a donde teníamos que viajar de visitante empezaron a quedar muy lejos y los abuelos no nos dejaron ir más. Decían que los pueblitos de interior eran peligrosos y además, significaba mucho dinero. Pero nosotr...
-Pará, papi. No entendí, ¿por qué de repente tenían que viajar tanto?
-¡Aguante Racing, pendejo de mierda! ¡Cerrá la boca y dormíte!
Por lo menos así lo vemos nosotros.