NOVEDADES

28 marzo 2013

LA DESCONCENTRACIÓN DE LIONEL


28 marzo 2013

Buenas, amigos lectores de la página mejor informada del país. Aquí de nuevo este servidor, en la infatigable tarea de cubrir las novedades más importantes del plano internacional. Y menos mal que la noticia internacional está ahora en Sudamérica, porque desde que me deportaron, el trámite para regresar a España está durísimo. No importa, voy a volver. Antes seguiré intentando por la entrevista a Messi.

Yo creo que Lio ya debe saber quién soy yo, porque en los últimos inbox del Face le mandé mi foto, para que me reconozca y por si me puede tramitar una visa o algo para volver a Barcelona. Obvio que no me responde porque está a mil. Esta semana, igual, estuve ahí nomás de entrevistarlo. Quise ir al Monumental, pero cuando fui a acreditarme me dijeron que Basanta había pedido que no me dejaran pasar. Una lástima, pensé que tenía buena onda conmigo.

Así y todo me las arreglé para ir a Bolivia. Es que cuando salía del Monumental, triste y pensativo, me encontré con mi primo Antonio, que estaba vendiendo panchos. Le conté mi problema y grande fue mi sorpresa cuando me respondió que su hermano José estaba yendo a La Paz para entregar una mercadería el mismísimo martes que jugaba la selección. Le pedí el número del fijo (no tengo crédito en el celular) y tres panchos fiados. “Tomá el número, pero los panchos te los debo, a mí me los cobran, sabés”, me dijo. 

El lunes a la noche salimos de lo de José. Fueron más de 24 horas inolvidables. Viajé en el acoplado, cuidando 80 chanchos que iban para el Altiplano. Los bichos estaban agresivos, ruidosos, fue bravo. Uno se parecía mucho a Banega. Llegué fusilado y encima, la altura. Te cuesta respirar y si encima el poco aire que hay tiene ese olor… Igual venía bien, todo eso te saca el hambre y te mantiene despierto.

José me dejó en el Hernando Siles, a unos minutos de empezar el partido. En acreditaciones ni me dejaron pasar. “Saquen al linyera de ahí, hay medios de todo el mundo”, escuché que gritaban. Entonces tuve una idea: aproveché mi apariencia lamentable y me fui a la cola a manguear. Conseguí unos bolivianos, pero un rengo que pedía al lado mío se calentó por la competencia y me atacó. Yo estaba muy débil por el viaje y la altura, me cagó a trompadas. En un momento el tipo se ensañó y me empezó a pegar con la muleta. Ahí vino la policía y se lo llevó preso. “Es una vergüenza que se aproveche de un tipo en ese estado”, le dijeron y me dieron sus muletas. Giles, pensaron que el discapacitado era yo.

Así roto y todo, el cerebro no dejó de funcionarme: me fui para la entrada de invitados especiales e hice mi mejor papel: no tuve que decir ni tres palabras que enseguida la cola se abrió: “dejen pasar al pobre hombre”. Me mandaron atrás de un arco.

El partido fue vibrante, aunque me dormí después del gol de Banega. No daba más. Me desperté para el final, casi. Fue unos minutitos antes de terminar, seguro, y en un momento lo tuve cerquísima a Lionel. Había robado una pelota cerca del área y se fue derechito a enfrentar al arquero. Ahí nomás le grité “Lionel, Lioneeeel, ¿te acordás de mí? ¡1mtrA!”. Creo que Lio me reconoció, para algo sirvió que le enviara mi foto por mail. Levantó la vista, miró hacia mi lugar, dudó unos instantes y cuando se quiso acordar tenía al arquero boliviano encima, pobre. Lástima que no pudo hacer el gol, eran los tres puntos. Atrás, de la hinchada boliviana me gritaban “¡Grande rengo!”. Yo por las dudas me quedé en el molde. Faltaban segundos para poder hablar con Lio.

Lo seguí atentamente en esos últimos minutos. Tenía que alcanzarlo antes de que se metiera en el vestuario. El pitazo final encontró a Lio muy lejos del arco boliviano, así que me dije “es ahora o nunca”. Y le metí un pique infernal cruzando toda la cancha para alcanzarlo. Fue raro: cerré los ojos y le metí con todo… No importó la altura, el viaje, el hambre, nada… en un momento sentí que volaba y empecé a gritar “Lionel, Lioneeeel”, no fuera cosa que se me escapara.

Ahí nomás sentí un sacudón. Pensé que era uno de seguridad, o algún colega envidioso, pero no. Abrí los ojos y vi una cara que no era la de Lionel, ni la de Tití Fernández, ni la de Dios. Era la cara de alguien desconocido y con un delantal puesto. Es el doctor Cristaldo, que se estuvo ocupando de mi caso hasta hoy, que me están por dar el alta. Parece que el cansancio, el hambre y la altura me jugaron una mala pasada y bueno, caí fulminado en la mitad de la cancha. Por suerte todavía estaban los del carrito, así que me trasladaron al hospital enseguida. Muy buena la atención de la gente, muy amable. El doc no entiende por qué andaba con muletas, dice que de las piernas estoy fenómeno, que mi problema es la alimentación y el estrés. Y la cuenta del hospital, que no sé quién va a pagar. Por lo pronto, le di el mail de 1mtrA. Que se arreglen ellos, yo tengo que ver cómo vuelvo. Hasta la próxima.

ADELANTADO INTERNACIONAL

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