Más allá del abultado resultado final para el millo, el partido jugado en Sarandí, como era de esperar entre dos equipos chicos, fue un embole.
Lo único destacable de la tarde fue la tarea de Ponzio que hizo de todo, hasta milagros.
No sólo fue el capitán del equipo, también se hizo cargo de todas las pelotas paradas y abrió el marcador tras un buen derechazo logrando que el partido se abra. Con su gol permitió que River empiece a jugar mejor (milagro) y que hasta Funes Mori tenga espacios para hacer dos goles (otro milagro).
Al polifuncional volante sólo le resta agarrar el tubo y llamar a Ramón, para que River juegue a algo y a Grondona, para que raje a Alfaro por el bien del fóbal argentino.
Por lo menos así lo vemos nosotros