Que un boludo remando por allá, que otro nabo tirando una bala por acá, que un pibe tirando una flecha con un arco y todo ese tipo de deportes raros que le interesan a los giles y Bonadeo.
Pero claro, llegó el viernes a las 7 de la tarde y la barra futbolera se agolpó frente al televisor más necesitados de fulbo que Maxi López de su representante.
¿Y qué pasó? El multitudinario último campeón, el Tatengue y el burro de Alex Limia nos regalaron un show deprimente donde no hubo fulbo, que era lo que la barra buscaba.
Por culpa de ellos, todos volvimos a la natación, gimnasia artística y la puta que los parió.
Por lo menos así lo vemos nosotros.