Se acabó el año futbolístico de Instituto y
ya, con las pulsaciones a ritmo normal, ha llegado la hora de que cada uno haga
el balance de lo que fue, lo que no fue, y lo que pudo ser.
Empecemos desde el principio, cuando
arrancó la temporada allá por julio del pasado año, al hincha ya se le había
avisado desde la dirigencia que, a partir de ciertas crisis, el próximo plantel
sería armado con un presupuesto muy bajo, con muy pocos nombres propios y
apostando a un proyecto a largo plazo. Con un técnico que se sabe, del paladar
futbolístico del hincha (a qué hincha no le gusta que su equipo juegue bien y
lindo), y que es de utilizar a menudo recursos de las inferiores, se armó un
plantel nuevo, prácticamente de jugadores desconocidos, y que el hincha miraba
con cierta preocupación.
Así el campeonato empezó, con los primeros
partidos llegaron los primeros triunfos, y con los triunfos llegaron muestras
de buen juego, que contagió e identificó a los hinchas, los cuales cambiaron la
preocupación por mesura, por ya conocer de ilusiones incumplidas. De esta
manera pasó toda una rueda y nos vimos en la cima, y nos encontramos con que el
equipo, NUESTRO EQUIPO, fue el mejor de toda esa rueda... y no sólo porque
consiguió más puntos que los demás, sino porque jugaba mejor que los demás; y a
partir de allí apareció la ilusión. Pero esto es fútbol, y sabemos que esto,
antes que un deporte, es un gran negocio.
La segunda rueda empezó para Instituto
igual que como terminó, con problemas internos que surgían desde el seno de la dirigencia,
por dinero (por qué más pueden pelear estos atorrantes), y nos afectaban a
todos: plantel, DT y sobre todo hinchas, que no queríamos perder esa ilusión; y
es que esos jugadores antes desconocidos, parecía que ahora valían millones de
euros y los buitres no querían quedar sin una porción de su torta. Este fue
apenas uno de los problemas que el equipo debió soportar los 6 meses finales.
Resulta que doña AFA y River, ya habían limado asperezas y querían juntarse de
nuevo, asi que lo que no arreglaba uno, lo compraba el otro; y lo que no
resultaba en beneficios para ellos, resultaba perjuicios para terceros; sin
embargo no era de extrañarse tantas manos negras en los arbitrajes a favor de
River; pero sí era molesto para todos de este lado, saber que aunque siendo
punteros, corríamos desde atrás; y es que era casi obvio de que, en caso de
duda, al que borran del mapa es al equipo chico de bajo presupuesto y no al
millonario; y que si River salía en el puesto 20… pues, ascendíamos los 20.
A
pesar de todo esto, el equipo no caía, y la dirigencia… NUESTRA DIRIGENCIA,
hizo un pacto (según dicen) con varios diablos juntos de nuestro fútbol, por un
poco más de dinero para ellos. O por lo menos, eso demostró con creces;
tratando encarecidamente de lograr su propósito de no ascender. Ya que cada
intervención que hacía, no sólo era inoportuna, sino que parecía un gol en
contra por lo mal que nos hacía a todos como institución. Lo peor es que aun
sabiendo las consecuencias negativas, no cesaron en sus intervenciones; y desde
el conflicto con los barras en Chaco ya los jugadores entendieron que estaban
sólo con los verdaderos hinchas contra todo lo demás que trataba voltearlos. Y
al final, fueron volteados nomás, a toda la presión de afuera se les sumó la
suya propia, y aquel equipo que además de ganar jugaba bien, quedó como una
simple anécdota en la historia. Eran demasiados demonios cerca como para lograr
el milagro; y los hinchas una vez más fuimos arrebatados de la ilusión y
engañados por nuestros propios dirigentes. Si apenas fuimos una pequeña parte
en un gran negocio de ajenos.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO GLORIOSO