“¡Van a hacernos el gol en el último minuto!”… “¡Nos hacen el gol en el último minuto!”... “¡La RPMQLP, lo hicieron en el último minuto!”. 

“Segundas partes nunca fueron buenas y siempre nos vacunan en el último minuto” fue el leit motiv de la antepenúltima nota. Creo que es hora (más vale tarde que nunca) de exhumar los saponificados sapos que se encuentran debajo de los tres palos del arco maldito. Esto, metafóricamente, debe traducirse como: Terapia grupal profunda (fosa de Mindanao, mínimo), mayor preparación física y 500 miligramos de avivol antes de cada partido. Ah, y un cronómetro a cada uno que vaya indicándole cuánto falta para que termine el partido porque, en el planeta Racing, cada tiempo dura 40 minutos. Como ya nos tiene acostumbrados, en el primero, Racing pareció un equipo; pero en el segundo fue una damisela desnuda en un seminario de monjes recluidos. Los jugadores de Colón no querían ni sabían cómo, pero los nuestros se encargaron de recordárselo. Patético. 

Difícil es, entonces, ser original o despertar interés contando muchas veces la misma película. Asimismo, vale recordar que este Racing nuestro de cada día no difiere demasiado de Flandria o la selección argentina (salvo Messi que no es humano). Yéndose desde temprana edad la elite de nuestro país, debemos conformarnos con ver partidos de segunda o tercera línea. Nuestra querida academia cumple a raja tablas con esta premisa. Lo miro porque lo quiero pero somos tétricos. 

Ahora bien, como ya sabemos, nuestro pretérito anterior hubo sido glorioso y el futuro no existe salvo para quienes quieren explotar nuestro gerundio. La realidad, nuestro presente, es malo; pero como decía Gracián “Lo malo si breve, no tan malo”. Queda poco de este nefasto campeonato de cocos partidos y calculadoras guardadas a tiempo, con el aliciente de, quizá, guardar en nuestra vitrina la Coppa y Chego argentina. 

Por mi parte, pongan el tachito arriba del equipo, barajen y den de nuevo, con todos cuatros y un ancho no hacemos un carajo. Ah sí: mentir y mentir. Para mi humilde entender, pocos se salvan del inevitable éxodo a Findonesia, Rarotonga del norte, República Malgarche y Responsia. Trataría de retener al superhéroe Saja, a Viola, Zucculini, Pelletieri, Gio y Yacob (aunque éste último, chivo expiatorio de muchas cagadas dirigenciales y víctima de correveidiles pagos que corrieron bolas difamatorias dentro de la hinchada, lo mejor que podría hacer es irse para preservar su salud mental). 

Repito, Zubeldía me parece un técnico apropiado para nuestra situación actual: debemos darle tiempo y esperar hasta el próximo campeonato. No nos olvidemos que el Cocobacilo dejó el barco a la deriva de aciagos y viejos temores. Ahora, peleamos por algo... que no es el descenso a la B.