No hay palabra que describa mejor la sensación de este lunes luego de que se haya ido ya la calentura, la bronca y el enojo. Como cuesta escribir cada fin de semana sobre una nueva derrota del Aurinegro. Como cuesta ver al Club que uno ama tocar fondo y no encontrar una respuesta que resulte satisfactoria. Un final ya esperado por “casi” todos se acerca.
La permanencia…eso que hasta hace poco parecía una lejana posibilidad hoy suena más a milagro. Milagro de esos que se dan una vez cada millón de años y que por lo general le toca a otro…
Del partido, nuevamente muy poco que decir. Otra vez pagamos carísimo nuestros errores y distracciones defensivas, nos encontramos con un gol salido del vestuario y como corolario sufrimos un zapatazo de otro partido (o de otro planeta para ser más precisos), que terminó decretando el resultado a favor del visitante.
Lejos quedan ya las ilusiones de los primeros encuentros, del buen juego. No solo estamos teniendo falencias deportivas sino, creo yo, que estamos sufriendo de una profunda anemia anímica. Y síntoma de esta anemia es ver a Martín (un jugador exquisito) pegarle al pasto en una de las últimas jugadas del encuentro.
¿Final decretado? Seguramente…(como cuesta pronunciar la palabra “descenso”). Pero a pesar de todo esto y toque lo que nos toque, seguiremos alentando (con muchas más fuerzas) a este hermoso Club.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO AURINEGRO