"LA COPA LIBERTADORES ES MI OBSESIÓN..."

Podés tener un arranque flojo, un arquero que pierde seguridad, una defensa que deja espacios, un medio que no raspa como antes y una delantera que no puede convertir. 

Podés tener quilombos de vestuario, un DT que quedó herido, presiones de la prensa, algunas bajas por lesión, un tropezón contra los brasileros, regalar puntos en el torneo doméstico, complicarte solo los partidos y perder confianza.

Podés arrancar la noche perdido, sin la pelota, sin llegadas claras, con la presión de ver cómo el reloj se va
devorando los minutos y quedarte con uno menos en sólo media hora de partido.

Sí, te puede pasar todo eso, pero esto no es un amistoso de verano, ni tampoco estamos jugando un campeonato de segunda categoría. Esto es la Copa Libertadores de América y tu camiseta es azul y amarilla. Por eso desde la tribuna bajará el latido tuyo, mío y de la mitad más uno, que se transformará en un grito de guerra. El que se pare abajo de los tres palos va a empezar a descolgar todas las pelotas que lleguen al área aunque enfrente esté el equipo más peligroso en ese rubro. Los defensores van a formar una muralla china para que nadie intente acercarse a territorio propio. Un volante creativo se va a poner la pilcha de 5 para cubrir un hueco y va a raspar como si conociera de esos quehaceres. Un volante por derecha va a dejar todo, y cuando digo todo digo el físico, el fútbol y el alma en la cancha. El número 10, aunque le duela el tobillo entero, va a aguantar la pelota, desplegará un poco de magia, jugará y hará jugar. Y el tanque que tenés arriba, ese que está peleado con el arco, ese al que la suerte le juega una mala pasada, luchará cada pelota aunque esté a 50 metros del área; y si los goles no los puede hacer él, se ocupará de servírselos a otro para que termine el trabajo.

Perdonemé usted lector que no me explaye sobre algún concepto ni jugador en particular, es que en partidos como el de esta noche no hay nombres propios, acá hay un equipo, acá hay una hinchada. Está en juego el torneo más importante que existe, no hay lugar para lamentos ni errores; "...tenés que dejar el alma y el corazón".

NOTAS RELACIONADAS