FÁBRICA DE HUMO
Todos los años la misma historia. Comienza con un verano excesivamente caluroso en Santa Fe, mientras los jugadores sabaleros de pretemporada en Cancún, Miami, o si estamos cortos, en la “ciudad feliz”. El hincha, olvidado del torneo que pasó, se entusiasma con el “por venir” y todos los días esta pendiente de los nombres que suenan. Jugadores de alta categoría; desde aquella vez que me comí que venía Sorin en su mejor momento (era chiquito e ingenuo), hasta con la incorporación del que se decía del nuevo “pibe” Valderrama –Giovanni Hernandez-. Pero los jugadores que llegan no son como los pintan: Un Fosgt que se comía el torneo uruguayo, campeón con Danubio que mide 1.97m y no juega ni en el Roque Otrino (estadio de básquet); Leandro González que tiene el tupé de usar botines amarillos porque le encanta destacarse cada vez que se tropieza; el capitán que en la selección boliviana usa la cinta roja y negra y anuló a Messi, lo pasan como a un cono; Garce que tilda a la virgen de ser mufa y con ella fue al mundial; Bastía que le da la cara para pedir la 9; Moreno que vive en el suelo; “Chevagol” que tiene que visitar al brujo de Monte Vera e Higuaín que ahora hace goles. Esto no termina, después de tantos nuevos nombres, se arma una copa ciudad de Santa Fe para jugar con los equipos que más adelante nos cruzaríamos en la Libertadores. Pero mejor si no la jugamos, así podemos pelear el torneo local. Torneo que nos quieren vender que podemos ganarlo. Pero por favor, el fútbol de Colón es pan para hoy y hambre para mañana.
¡BASTA! La gente ya está cansada, la platea quiere ver fútbol y la tribuna, mientras la plata, las entradas y los coles no le falten, se mantienen al margen.
Basta de esta fábrica de humo que armó Lerche, fiel discípulo de Grondona. El cual hace lo mismo con la selección. Todos los mundiales nos hace creer que somos los mejores del mundo y no pasamos de cuartos desde el ´90.
Basta de esta mugre y dejen de reírse en la cara de la gente. Quiero volver a la cancha y creer que el fútbol sigue siendo la cosa más importante de las cosas menos importantes de la vida.
Por lo menos así lo siento yo.
ADELANTADO SABALERO