Volvió el futbol para todos, y ahora,
hasta ascenso para todos. No lo digo por la burda intención del “padrino” de
unificar las divisiones ¡sino porque subieron los primos! Por ende ¡hay clásico
para todos! Tanto tiempo, ya lo teníamos olvidado. Pero el odio es como el
amor: dura para siempre.
Sin más alardes para los putos, la
palabra es ahora sólo sabalera. Porque después de un pésimo torneo, y un largo
receso, el equipo no parece haber cambiado. Todo un primer tiempo lleno de
“dejavu”. Otra vez la misma historia: un arquero sin ganas, una defensa que
hace agua por donde la ataquen, un mediocampo lento e intrascendente, un
delantero de la doble SS: sin gol y sin juego. Y el solitario “bichi” arriba.
Me quedo con el segundo tiempo; el
equipo era el mismo, pero la actitud fue otra. El ingreso de Leandro González,
le dio dinámica al ataque, y lo más importante fue que los goles llegaron. De
no ser así las críticas de los diarios serían otras. También me voy a quedar
con el último cambio –yo no se mucho de fútbol- que no entendí. Arsenal nos
complico todo el partido con los pelotazos y las pelotas paradas, si ese fue su
recurso y más aún con el resultado en contra, me pregunto: ¿Para qué sacas a un
tipo de 1.75m de altura y pones a Quilez que mide un metro con tacos de punta?
Compraron un pelotudo que mide 1.97m y es defensor. Sino entra para eso ¿Para
qué va al banco?
Igual voy a ver el vaso medio lleno,
porque aunque el técnico sea medio terco, en esta fecha le faltaron muchos
jugadores. Quiero creer que el apodado “tomy” –dejate de joder en Colón esos
sobrenombres no se usan- no va a jugar por izquierda cuando vuelva el pibe de
la selección. Si mal no vi, el chico estaba perdido y se desprendía para
tirarse de enganche y hasta cruzarse de carril. Mientras que Higuaín, espero
que ni siquiera ocupe un lugar en el colectivo de vuelta a Santa Fe.
Por lo menos así lo siento yo.