Independiente se ha encargado de proveerle menos prestigio aún a la ya desprestigiada final de la Copa Sudamericana.
El Rojo careció de solidez y firmeza en todas sus líneas, formando así un conjunto que no parece mostrar credenciales de por qué disfruta de esta definitiva instancia.
A decir verdad, el elenco primero conducido por Daniel Garnero y después por Antonio Mohamed, llegó a Goiania a los tumbos, solo con destellos de actitud y garra y poquito de fútbol. De casualidad frente a Argentinos (con el Dany), sin sobrarle absolutamente nada contra Defensor Sporting de Uruguay (piedrazo mediante) y versus Deportes Tolima de Colombia pidiendo la hora.
La única presentación que fue digna, fue la reciente serie que los cruzó con la Liga de Ecuador. Que parecía ser un impulso a un prometedor cambio, pero…
Esa escasez y falta de calidad, ayer en Brasil se evidenció.
Del lado de enfrente, el descendido Goiás, que sin asemejarse al Milan, se agrandó gracias a la pequeñez del rival y, en una ráfaga, convirtió en dos oportunidades y goza de cierta tranquilidad para arribar a la Argentina.
Quedan 90 minutos, es verdad, nada está dicho en este fútbol cambiante, pero si hay algo cierto es que ésto no es la Copa Libertadores y tanto Independiente como Goiás no son dignos merecedores de una final de un certamen internacional.
El Rojo careció de solidez y firmeza en todas sus líneas, formando así un conjunto que no parece mostrar credenciales de por qué disfruta de esta definitiva instancia.
A decir verdad, el elenco primero conducido por Daniel Garnero y después por Antonio Mohamed, llegó a Goiania a los tumbos, solo con destellos de actitud y garra y poquito de fútbol. De casualidad frente a Argentinos (con el Dany), sin sobrarle absolutamente nada contra Defensor Sporting de Uruguay (piedrazo mediante) y versus Deportes Tolima de Colombia pidiendo la hora.
La única presentación que fue digna, fue la reciente serie que los cruzó con la Liga de Ecuador. Que parecía ser un impulso a un prometedor cambio, pero…
Esa escasez y falta de calidad, ayer en Brasil se evidenció.
Del lado de enfrente, el descendido Goiás, que sin asemejarse al Milan, se agrandó gracias a la pequeñez del rival y, en una ráfaga, convirtió en dos oportunidades y goza de cierta tranquilidad para arribar a la Argentina.
Quedan 90 minutos, es verdad, nada está dicho en este fútbol cambiante, pero si hay algo cierto es que ésto no es la Copa Libertadores y tanto Independiente como Goiás no son dignos merecedores de una final de un certamen internacional.
Por lo menos así lo vemos nosotros.
GI
