La Naranja y la Celeste disputaron la primera de las semifinales y fue 3-2 para los europeos. Partido vibrante, muchos goles y golazos. El partido dejó en claro dos cosas:
Por un lado la ratificación del gran momento del equipo holandés. Que nunca resigna de su juego asociado, el toque por abajo, el desnivel en el uno a uno. Un equipo muy sólido que además tiene una entrega bárbara. Corren mucho, presionan en todas las lineas. Y los gestos técnicos de sus figuras, desde Gio Van Bronckhorst vistiéndose de Roberto Carlos hasta Robben acomodando un cabezazo junto al palo al mejor estilo Palermo. En los dos últimos goles fue una delicia ver como Holanda llevaba la pelota de un lado al otro.
Y por otro lado al aguerrido equipo uruguayo, que no solo quedará en la historia por el excelente mundial que viene realizando sino también por ser la máxima repersentación de la garra charrua de los ultimos años.
Hoy fue claramente de punto por varios motivos, primero venía de jugar 120 minutos, de vivir un final para el infarto y no podía contar con dos de sus figuras, Lugano y Suarez. Pero esto pareció no importarle al conjunto dirigido por Tabarez, intentó siempre tapar los espacios para cortar el circuito de juego de equipo holandes, dejó el alma en cada pelota (como si fuera que dentro de la cancha estuviesen los más de 3 millones de habitantes uruguayos), peleó hasta el último minuto y nunca se dio por vencido. Futbolísticamente no mostró un gran nivel, pero si le brindo al mundo una clara demostración de caracter, de humildad y de sacrificio. Factores importantísimos que le faltaron a varios equipos sudamericanos que tenían mejores jugadores y que vieron las semifinales por televisión.
Hoy fue claramente de punto por varios motivos, primero venía de jugar 120 minutos, de vivir un final para el infarto y no podía contar con dos de sus figuras, Lugano y Suarez. Pero esto pareció no importarle al conjunto dirigido por Tabarez, intentó siempre tapar los espacios para cortar el circuito de juego de equipo holandes, dejó el alma en cada pelota (como si fuera que dentro de la cancha estuviesen los más de 3 millones de habitantes uruguayos), peleó hasta el último minuto y nunca se dio por vencido. Futbolísticamente no mostró un gran nivel, pero si le brindo al mundo una clara demostración de caracter, de humildad y de sacrificio. Factores importantísimos que le faltaron a varios equipos sudamericanos que tenían mejores jugadores y que vieron las semifinales por televisión.

Por lo menos así lo vemos nosotros.
JDM-RC